lunes, 2 de marzo de 2009

Candelario, el agua le da la vida.

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Un comentario de mi amigo Wallace me da pie a montar este pequeño artículo que estaba esperando ver la luz, sobre un precioso pueblo de España, muy cercano a Béjar y tocayo de nombre con este humilde blog. A nosotros nos gustó mucho cuando estuvimos.













Fue en 1975, cuando mediante el Decreto 747/1975 del Ministerio de Educación y Ciencia se declaraba conjunto histórico-artístico a la villa de Candelario (Salamanca).



Muchas cosas llaman la atención de este pintoresco pueblo. Especialmente el agua. Hay agua por todas partes. En forma de torrenteras artificiales que barren la mayoría de sus calles, muchas de ellas con fuertes pendientes. El rumor del agua no te abandonará durante tus paseos. En forma de fuentes. Fuentes por todos lados y todas “bautizadas”. Podéis ver alguna en las fotos.

Candelario es uno de esos típicos pueblos de montaña que conserva el encanto y las particularidades que le hacen diferente a otros lugares similares. Los viajeros pueden disfrutar de la arquitectura típica de sus calles y edificios, con varios siglos a sus espaldas. Muchas de estas construcciones aun conservan su estructura original, con tres niveles; en la antigüedad el último de los pisos se destinaba al desván, en el que, con el humo de la madera de castaño, se curaba la matanza. (sigue)


Otra de las singularidades de la villa son las batipuertas, que fijándose un poco se pueden apreciar en alguna de las fotos aquí expuestas. Están a la entrada de casi todas las viviendas. Sobre su origen existen varias teorías: la de evitar la entrada de la nieve en las casas, al tratarse de un pueblo de montaña, o la que indica que por tratarse de un pueblo chacinero, las batipuertas permitían la entrada de la luz para trabajar pero no la de los animales a la caza de las viandas.



Otro de los atractivos de la localidad son las recientes tradiciones en la que participa casi todo el pueblo: las escenificaciones del nacimiento de Jesús así como la de su pasión, y la celebración de la boda típica. La Cuesta de la Romana se convierte en el escenario natural por excelencia de la puesta en escena de estas tradiciones.

Pero por si fuera poco, la villa viene marcada sin duda por la proximidad de la sierra y de la nieve, que como mencionamos antes son el "padre y la madre" de Candelario, quienes le dan la vida; a sus paisajes nevados llegan cada invierno miles de visitantes de Madrid y de la cercana Extremadura.

Haciendo un poco de historia, cuenta Cristina Grützman, en una pequeña publicación sobre Candelario, que de la villa se pueden contar dos historias sobre sus orígenes. Una, la del gran número de civilizaciones que pasaron por la región y otra la del verdadero origen de sus gentes. Algunas teorías hablan de un asentamiento celta como verdadero principio de la población, como demuestra la aparición de piezas de granito, como la del famoso Jano, deidad etrusca adoptada por Roma y extendida por todo el imperio. La figura podría ser el extremo de una maza que servía para extraer estaño de una antigua mina existente en la zona. Otra posibilidad poco a nada demostrada es la de que Candelario constituyera uno de los refugios del caudillo Viriato.


Espero que os sirvan estas cuatro pinceladas para tener presente este hermoso lugar (si es que no lo conocíais ya) pues es digno de una escapadita.


SaluD
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Fuentes: i-bejar.com


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